miércoles, 6 de febrero de 2013

Sobrina

Ayer estuve un rato con mi sobrina de cinco años. Vivaracha, inquieta, precoz en muchos aspectos como tantos niños ahora, cuando me enfrento a su mirada es como si intentara abarcar el inmenso océano. No hablaré del bellezón de su intenso azul que me enamora, sino de la complejidad de un proyecto de ser que me subyuga con su misterio. Arracimados entre sus cinco primaveras descubro a cada momento nuevos desafíos, nuevos recovecos de un espíritu muy sabio que nos va regalando a los que le rodean la profundidad de tantas y tantas vivencias en esta tierra.  Sólo puedo dar gracias porque se me permita asistir a uno de los más bellos espectáculos de la familia humana:  acompañar a uno de sus componentes en un nuevo despertar a la Vida.

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