lunes, 3 de junio de 2013

Arbol

No soy quien su sombra persigue con fruición, buscando ahogar una luz que desborda el universo y su misión. No tengo tiempo que llenar sin horizontes en la mano y no hollaré tanto esta tierra para sus latidos dejar de pronunciar. Vine raudo entre los sones inacabados de un bendito árbol que una vez fue fértil, cuando incontables hermanos precedieron mis esfuerzos en su sanar. Allí, a sus pies puedo contemplar cómo sus ramas entre las estrellas pugnan por respirar.  Abrazo tu invierno exacerbado, acaricio tus brotes y míos los reclamo, me llamaste y yo te llamo, hoy tengo tu destino entre mis manos, y si el viento enamorado me deja más tiempo a tu lado, prometo al cielo restaurar tu gloria y su legado.

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