martes, 30 de octubre de 2012

Preguntas

Ayer escuché una conversación entre un niño pequeño y su madre en la que el niño no paraba de hacer preguntas con el clásico y "por qué ésto" "por qué aquello", ante la creciente desesperación de su madre que veía cómo se le acababan los argumentos medianamente racionales para hacer frente a la catarata interrogativa. Al punto me puse a rebuscar en mi realidad cotidiana dónde quedó esa curiosidad impenitente de los primeros años, dónde la ingenuidad  inmarchitable del que cree tener toda una vida por delante. Concluí  en la certeza de que en el camino han quedado muchas preguntas sin respuesta, otras me han llevado a nuevas preguntas, y la mayoría me han permitido ir creciendo por dentro. Eso sí, también constaté que el día que deje de preguntar y preguntarme, mi mundo será un poco más triste y gris, sin duda mortecina será ver cada hora transitar mientras de cada día espere sólo su atardecer.

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