viernes, 18 de octubre de 2013

Perdón

Saludable ejercicio éste que os propongo y me propongo hoy. Tan necesario como el respirar si es que queremos abordar con garantías la sanación real de nuestra mente. Y por supuesto comencemos por nosotros mismos. Intentemos no caer en el engaño de considerar que sólo es a nuestro hermano al que hay que perdonar. Cuando dejemos de proyectar nuestra culpa sobre él, nos será más fácil apreciar la inocencia de su ser, e igualmente del nuestro. Así, hasta llegar a la revolucionaria verdad: en realidad nada hay que perdonar! Solo queda pues liberarse y liberar a los demás de la pesada carga que arrastramos tras tantos siglos de ignorancia y olvido. Una advertencia: vigila que no sea el ego el que perdona, pues éste siempre va a hacer real el error que ve fuera, (paciencia con él, tratado con cariño no es tan fiero).

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