Que el viento de la noche haya dejado junto a tu almohada el susurro de mi verdad recobrada, que la mañana te sorprenda límpida y con el alma renovada, que tus ojos despierten al fin a la belleza del mundo y su alborada, que el sagrado retorno te encuentre preparando temprana su llamada, que la fuerza acerada asista tus pasos primeros cuando tu barca abandone la ensenada, que mi voz te acerque y te guíe mientras en el corazón vas siguiendo mi mirada, que no olvides que tu hermano en ti vive, y que si amando te encuentra hoy cuando le abraces, sólo así la divina esencia en él mismo percibe.
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