lunes, 20 de mayo de 2013

Recordar

Al ir desmontando las capas y capas del ego y sus ilusiones, podemos vislumbrar con claridad dónde hemos creído estar, y ser así conscientes del estado que siempre fue el único real, pues nunca salimos de él. La oscuridad que envolvía nuestra alma queda disipada y el engaño al descubierto. Todo lo que nuestros sentidos nos corroboraban, la existencia de lo que tocábamos y veíamos parecía tan real...No recordábamos que todo era fruto de la falacia sibilina que nos hizo creernos separados de la Divinidad. Hijos de Dios siempre, dotados de su poder creador siempre, ignorantes de todo ello y sus implicaciones, muy a menudo. Nuestro corazón y su sanación nos está demandando el urgente trabajo de retornar a la Casa del Padre, de hacer de nuestros pasos su único camino, y de señalar, tendida la mano, a cada hermano cuál es su destino.

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